viernes, 16 de mayo de 2008

Seguro que entrando en el apartamento de esa mujer se aprende mucho. Me refiero a entrar a hurtadillas, esconderse y observar

La cámara recorre la localidad estadounidense de Lumberton, un pueblo encantador con vallas blancas, jardines de tulipanes y gentes afables. Jeffrey Beaumont (Kyle McLahlan) se dirige al hospital para visitar a su padre, que sufrió un ataque al corazón mientras regaba el césped. Al atravesar un campo, de vuelta a casa, se diete para lanzar unas piedras a unas botellas. No tarda en pararse en seco: a sus pies, oculta en parte por la hierba, se halla una oreja humana de aspecto lechoso y en estado de putrefacción, cubierta de hormigas. La oreja es un objeto totalmente ajeno a este idílico pueblo americano y se convierte en un elemento fascinante y cautivador. Lo que Jeffrey no se imagina es que será para él el billete de entrada en otro mundo. De momento, se limita a llevar la oreja a la policía.

Sandy ( Laura Dern), la rubia hija del policía que investiga el caso, será la cómplice y compañera de Jeffrey, en un principio vacilante, pero cada vez más curiosa. Sandy le da a Jeffrey una pista del caso, que lo lleva a la cantante de un club nocturno. Dorothy Vallens (Isabella Rossellini). Jeffrey decide colarse en su apartamento. La idea de entrar a la fuerza en la vida privada de esta mujer le excita más de lo que está dispuesto a admitir ante sí mismo, por no hablar de confesarselo a Sandy.

Terciopelo azul es una película sobre la mirada, en la que la cámara desempeña el papel de ojo. En el apartamento de Dorothy Vallens, Jeffrey observa más de lo que hubiera querido. Cuando Dorothy regresa inesperadamente, abre de golpe la puerta del armario y le ordena que se vaya, el terror infinito de su mirada lo desenmascara: es un mirón al que acaban de coger in fraganti. En cuanto Dorothy lo amenaza e incluso lo llama por su nombre, el objeto se transforma de súbito en sujeto y el sujeto, en objeto.

El voyeur siente excitación, placer y poder. David Lynch juega con estos sentimientos y convierte al espectador en cómplice, pero después le da la vuelta a la tortilla. En la película de Lynch, el voyeur es rebajado y finalmente se convierte en testigo impotente de un acto de brutalidad. La escena en la que Dorothy es violada brutalmente por el pervertido Frank Booth (Dennis Hopper) resulta exactamente igual de espeluznante y perturbadora que la escena del asesinato en la ducha del clásico de Hithcock Psicosis (1960).

Al día siguiente, Jeffrey se siente como si la experiencia que ha vivido en el apartamento de Dorothy hubiera sido una pesadilla. En efecto, exactamente igual que en su sueño, ha sido observador y partícipe a la vez, y Frank no ha sido sino la encarnación del lado oscuro de su alma.

A pesar de que en el momento de su estreno Terciopelo azul se recibió con una gran controversia, es indiscutible que se trata de una de las mejores películas estadounidenses de la década de 1980. La película consolidó a David Lynch como un visionario del cine moderno y acabó con la limitada visión de Isabella Rossellini como la hija de conducta intachable de la gran Ingrid Bergman.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Es mi mujer, padrino. ¡No puedo matarla!

El honor de los Prizzi, es una película sobre la mafia distinta de tosas las demás. Se abre al estilo del Padrino (1972), con una larga secuencia de una boda en la que se presentan al público los diversos “miembros de la familia”. Pero, mientras que el patriarca de Coppola, Don Corleone, y sus secuaces han conservado un sentido del honor, el estilo y la clase, y ( pese a sus actividades ilegales) una perversa calidez humana, los Prizzi dan la sensación de ser los primos sórdidos y avariciosos de los Corleone.

En la boda inicial, Charley Partanna (Jack Nicholson), el asesino más importante de la poderosa familia Prizzi de Nueva Cork, se enamora locamente de la atractiva Irene Walter (Katheleen Turner), que al parecer trabaja de asesora fiscal en California. Tienen una relación personal espléndida, pero los obstáculos profesionales no tardan en interponerse en su camino. Al volar constantemente de costa a costa para estar con su amada, Charley descubre que ella también es una asesina a sueldo y que sus servicios aún tienen más demanda que los suyos. De hecho, un día le ofrecen 15.000 dólares por liquidar a Charley. La pareja es apenas incapaz de resolver el asunto cordialmente. Surgen más dificultades cuando Irene, que ya es la señora de Partanna, intenta traicionar a los Prizzi y cumple un contrato para eliminar a una testigo problemática, que casualmente resulta ser la mujer de un distinguido agente de la ley, con lo que se le echa encima todo el cuerpo de policía de Nueva Cork. Charley se encuentra entre la espada y la pared cuando Don Corrado le ofrece la posibilidad (sólo técnica) de elegir entre su esposa y “la familia”.

El maestro John Huston, que pasó a la historia del cine en 1941 con su adaptación de la novela de Dashiel Hammett El halcón Maltés, aún tuvo otro gran éxito a los 79 años con esta película; una obra que remite a la edad de oro de Hollywood y en la que su director consiguió que los miembros de su equipo dieran lo mejor de sí.

Huston logró que la película fuera “un asunto de familia” en más de un sentido. Su hija, Angelica, maravillosa en el papel de la manipuladora hija del jefe de la Mafia, mantuvo una larga relación de pareja con Jack Nicholson en la época. William Hichey, el padrino, un anciano consumido y con arrugas pronunciadas, cuyo rostro recuerda a la áspera piel de un reptil, no sólo era actor, sino también amigo íntimo de Huston. En este sentido, el mensaje subyacente de la cinta, que la avaricia y la desconfianza son armas letales contra una comunidad, podría muy bien interpretarse como parte del legado personal de este coloso de Hollywood. John Huston murió dos años después, en 1987, justo después de firmar su cuadragésimo film, Dublineses.

lunes, 12 de mayo de 2008

¿Has tenido alguan vez sexo sin dolor?

¿Así empieza un thriller psicológico? ¿Una rubia masturbándose a cámara lenta en la ducha con música de violines? Ya en la primera toma de Dressed to Kill (Vestida para matar), Brian de Palma practica un juego ambiguo con el espectador que, por un momento, puede creer que se ha colado por error en un cine porno. Pero que las duchas son lugares peligrosos es algo que los amantes del cine saben desde Hichtcock, y Kate Millar (Angie Dickinson) verá como el Coco la arranca con rudeza de sus sueños. Aunque solo para despertar de inmediato en la siguiente pesadilla, es decir, en una vida determinada por el aburrimiento y la apatía conyugal. Esta situación llevará a Kate a encomendarse a su psiquiatra, el doctor Elliot (Michael Caine).

Las escenas siguientes se suceden casi sin palabras: Kate se topa con un desconocido en el museo y se lanza en el acto a una aventura fatal. Primero debe constatar horrorizada que seguramente le han contagiado una enfermedad venérea. Pero su propio destino es mucho más terrible: Cuando pretende regresar al apartamento del amante desconocido a por un anillo olvidado, es brutalmente asesinada con una navaja de afeitar en un montacargas.

El único testigo del crimen es la prostituta Liz Blake (Nancy Allen), que caerá en el punto de mira del detective Marino (Dennis Franz), el encargado de efectuar las pesquisas. Liz emprende junto a Peter Miller la búsqueda de la asesina, que a ojos vista es una paciente del doctor Elliot.

Transformando un argumento muy simple, de cuyo desenlace inminente siempre se aparta con artísticas maniobras de engaño en un producto de suma de tensión, Brian de Palma demostró una vez más ser un maestro del suspense. Los préstamos que toma de las obras de su gran maestro, y que ya se percibían en sus películas anteriores, fueron tan evidentes en este filme que la crítica lo tachó de imitador de Hitchcock.

Dejando a un lado temas como la transexualidad y el travestismo, referencias claras a Psicosis (1960), tres son sobre todo las cualidades con las que De Palma manifiesta sus raíces y, al mismo tiempo su autonomía artística.

Por un lado, se encuentra la tendencia a la estilización y a la narración visual. Utilizando medios estilísticos tan manieristas como la pantalla partida, el discípulo supera sin embargo claramente a su maestro y tampoco se acobarda ante lo trivial por conseguir un efecto.

Además igual que Hitchcock, De Palma erige cierto distanciamiento irónico como contrapunto a los horribles sucesos, aunque con una tendencia claramente más marcada hacia la sátira.
Finalmente, en el oscuro mundo de los impulsos reprimidos de Hitchcock, De palma introduce un erotismo, que en el caso de esta peli, consiguió levantar cierta indignación en el acto, pues el movimientos feministas vieron en Dressed to Hill, una obra maestra de la misoginia.

domingo, 11 de mayo de 2008

Dilo en voz alta, soy negro y estoy orgulloso

Muhammad Ali fue un rapero. Su discurso es poético, melódico, rico en imágenes y rimas. Insultaba a sus oponentes , los humillaba y predecía su derrota en el ring. Su carisma atraía al público, que salía inspirado. Eso bastaría a cualquier cantante de rap.

El realizador de documentales Leon Gast muestra a Ali como un rapero, deja el diálogo de su parte y añade un ritmo de batería a sus palabras al principio de la película. Además, retrata el deporte y la música de artistas como James Brown y B.B. King como parte del movimiento de concienciación racial. Gast documenta el legendario combate entre Ali y el entonces campeón del mundo George Foreman en Kinshasa, Zaire, actual Congo.

El Ali de Gast es una figura fascinante, a quien el director da mucha libertad para jugar con la cámara. Lo primero que salta a la vista en When we were kings, es la tremenda musicalidad de Ali. Su discurso, sus gestos y su forma de luchar están llenos de ritmo, y Ali repite para sí mismo que va a bailar, bailar, bailar, para que Foreman ni siquiera pueda verlo en el ring. Era pura fanfarronería, como muestran las imágenes del combate. En entrevistas con el escritor Norman Mailer y George Plimton, que también estuvieron allí , la situación antes y durante el enfrentamiento es analizada una y otra vez, y el miedo patente de Ali al gigante Foreman se compara con su estrategia de lucha.

Gast otorga un ritmo perfecto a sus imágenes, construyendo una película tan musical como su protagonista. Testigos, entrevistas de la época, material de archivo y escenas musicales se combinan en un todo armónico, y el resultado es el retrato apasionante de un genuino ídolo.

La cinta tardó décadas en adquirir la forma final. Gast había realizado ya muchos musicales (como The Dead, 1977, sobre The Grateful Dead ) y en principio sólo debía grabar el festival de música. Cuando se canceló el combate, decidió quedarse en Zaire y filmar. Gastó 100.000 metros de película y tardó casi quince años en reunir el dinero necesario para poder revelarlos.

El montaje llevó otro par de años. Su amigo y realizador Taylor Hackford grabó las entrevistas adicionales con Mayler, Plimton y el director de cine afroamericano Spike Lee, para completar el material de Gast. Unos veintidós años después de empezar el rodaje, When we were kings, fue proyectada por primera vez en el festival de cine de Sundance.

¿Existe un poder vengador en la naturaleza?

Hay películas que exigen una confianza plena y una voluntad de abandono por parte del público. No resultan fáciles para el espectador acostumbrado a los criterios de la típica producción de Hollywood, pero la recompensa es, en consecuencia, mucho mayor. La delgada línea roja es una de ellas. La perspectiva cambia constantemente y uno nunca tiene claro quiénes son en el fondo los personajes principales, si estrellas como Nick Nolte y Sean Penn o desconocidos, hasta ese momento, como Jim Caviezel o Ben Chaplin. El filme no se centra tanto en la lucha real como en las vivencias personales de los reclutas. Numerosas voces narrativas nos distraen de la acción con reflexiones filosóficas que apartan nuestra mente de la trama. El resultado es un rechazo patente a ajustarse a las normas convencionales del drama, pero lo que la peli pierde a nivel formal lo gana en libertad para plasmar distintos aspectos de la guerra.

El grueso del filme muestra cómo unos soldados americanos intentan conquistar una colina ocupada por los japoneses. Los soldados se pierden en medio de la hierba ondulante de la colina: encorvados, la avanzada se desplaza con sigilo entre la alta vegetación. Los otros soldados permanecen alerta, inquietos, tensos. Los soldados caídos desaparecen en la colina como piedras lanzadas a un estanque; el cerro aparece tan silencioso y aparentemente intacto como antes. Cuando cesa por un instante el fragor de las armas, sólo se oye el suave susurro del viento soplando entre las briznas de de hierba. Luego se desencadena un ruido infernal en una vorágine de cohetes, ametralladoras, granadas, disparos, explosiones y gritos.

Mallick contrasta a la perfección la majestuosidad de la naturaleza con la corrupción de la guerra y su cultura de la destrucción. Dichas digresiones visuales no son meras imágenes irrelevantes que o pintorescas que se concede el director, sino que sirven para agudizar nuestra mirada ante el contraste entre naturaleza y cultura y, por tanto, también ante la guerra.

A diferencia de Salvar al soldado Ryan (1998) de Spielberg, rodada por las mismas fechas, nunca se explica la razón o el fín por el que luchan los soldados. Los actores discurren por la película sin propósito ni motivación aparente. Se repliegan en segundo plano durante media hora o desaparecen de escena por completo.

Terrence Mallick confirmó una vez más su puesto como director personalísimo en Hollywood con La delgada línea roja. Mediante la combinación de de imágenes de guerra caóticas con estampas sublimes del mundo natural, Mallick muestra la ambivalencia de la condición humana. El filme reivindica el derecho a plantear preguntas que van dmás allá de la realidad visible. ¿Quiénes somos? ¿Podemos protagonizar esta locura absoluta al tiempo que seguimos siendo capaces de apreciar y experimentar las maravillas de la naturaleza?

Realidad virtual

No sé por qué nos irrita tanto descubrir que nos mienten o que nos engañan. Prácticamente todo lo que nos rodea es falso. Nos despertamos escuchando medias verdades y nos dormimos oyendo mentiras piadosas. Pongamos la televisión y qué encontraremos: escritores paladines de la intertextualidad, cantantes virtuosos del playback, laureados deportistas dopados hasta las cejas… ¿Será verdad tanta mentira?

Platón sostenía que lo real tenía que ser fijo, permanente e inmutable; por eso mismo creo que los modernos medios de comunicación -tan escasamente platónicos- hace mucho que decidieron probar fortuna en el terreno de la alucinación. Desde que en un programa de radio un joven Orson Wells hiciera creer a miles de estadounidenses que estaban siendo invadidos por los marcianos, hasta que Pedro J. Ramírez diera a conocer la inefable conspiración del ácido bórico, la virtualidad ha ido ganando terreno a la verdad y ha llegado a convertirse en lo que es: el signo de los tiempos.

Internet lo único que hace en este aspecto es ayudar a borrar un poco más si cabe esa delgada línea que separa lo real de lo ficticio. En la Red uno puede darse de bruces con todo tipo de barbaridades maquilladas con ciertos visos de verosimilitud, porque una mentira desnuda no produce el mismo efecto que una con un buen atrezzo. Pruebas irrefutables de que Elvis está vivo, que el hombre nunca pisó la Luna o que el Holocausto nunca ocurrió. El gato por liebre de toda la vida.

Nos hemos acostumbrado de tal modo a vivir con la falsedad que hasta nos hace gracia. Y es que el humor se basa en la mentira. Hay una convención tácita entre el que cuenta el chiste y el que quiere reírse que consiste en dar por buena una situación a todas luces absurda.

Hasta algo tan real como es la comida ha entrado en esta espiral de la apariencia. Ahí están los nombres de los platos más vanguardistas: Falsos lomos de merluza sobre un fondo de caviar igualmente falso con una salsa de vieiras que nunca lo fueron, adornados con un crujiente de mentirijilla. Delicioso. En este caso, la cooperación del comensal se hace tan necesaria como la del lector que se enfrenta a una autobiografía de un personaje famoso o a un libro de Ana Rosa Quintana. Dios bendiga a los crédulos.


miércoles, 2 de abril de 2008

"Perdome, ¿Podría decirme quién de ellos es Bruce Wayne?"


La reportera gráfica Vicki Vale (Kim Bansinger) apenas puede dominar la curiosidad. Está en una fiesta benéfica organizada por un célebre millonario y ni siquiera ha visto todavía al anfitrión. Pero los espectadores reconocemos de inmediato al joven del esmoquin a quien se le pregunta: es Buce Wayne (Michael Keaton). Aunque el argumento revela después su secreto de forma algo casual, ya sospechábamos que Bruce Wayne no es sino Batman, el cruzado enmascarado con un disfraz de murciélago que asistió con impotencia al asesinato de sus padres y desde aquel día se ha dedicado a luchar contra el mal y la injusticia.
En 1989, cuando se estrenó Batman, los momentos más sutiles de la película quedaron casi silenciados por una campaña de publicidad y de comercialización de productos asociados, que además hizo que la película pareciera un producto espectacular con un gran alarde de efectos especiales.

Pero, con el tiempo, el prestigio de Batman ha aumentado de modo irrefutable. Mirando hacia atrás, el rasgo más asombroso del filme es la competencia del director Tim Burton para reflejar en esta superproducción de 35 millones de dólares sus intereses y obsesiones. Burton, logró introducir aquí no sólo el romanticismo lúgubre característico de sus filmes y una serie de artilugios pequeños y curiosos que se aprecian sobre todo en las armas especiales de Batman, sino también su humor macabro y su afición por el lado oscuro de la humanidad.

En realidad, Batman narra la historia de un duelo entre dos personajes casi esquizofrénicos. Por un lado, el protagonista, el superhéroe, cuya capa oscura, ojos brillantes y mandíbula firme le confieren un aurea casi mítica. Pero detrás del disfraz de batalla se oculta Bruce Wayne, un hombre neurótico prácticamente incapaz de arreglárselas solo en la vida. En su vida privada, el superhéroe queda reducido a dimensiones mortale. Duda de su heroísmo y ya hace mucho tiempo que ha abandonado la esperanza de conseguir que se haga justicia.

En el otro bando está el malvado Joker (Jack Nicholson). Un día el malvado Jack Napier, después de una disputa, se precipitó a un tanque de ácido y salió convertido en un maníaco de cabellos verdes con una espantosa sonrisa permanente y un rostro de payaso. Desde entonces, el Joker ya no considera el delito un medio para conseguir beneficios: “Haré arte hasta que alguien muera”.

En su demostración de la artificialidad de la humanidad, el filme va más allá de de las apariciones del Joker: las escenas de acción se exageran de tal forma que es fácil imaginar los bocadillos con las onomatopeyas del cómic.

Por otra parte, hasta en los momentos en los que la adaptación del cómic se acerca a una visión futurista de la humanidad, el mundo de Batman no deja de ser claramente el nuestro, con un arte, un dinero y un crimen iguales. Los mismos policías corruptos y y políticos insulsos, y el vengador clásico. Burton recurre a la memoria colectiva y a los mitos comunes, y el resultado es una estampa triste y grotesca de un tiempo y un lugar confusos.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Felicidades Dave!!!

El cineasta David Lean cumpliría hoy cien años. Con sólo 16 películas consiguió dos Oscar como director pero siempre se le recordará por las impresionantes imágenes de 'Lawrence de Arabia' o 'Doctor Zhivago.

Unos cuantos muertos después

Atan sólo unos días de haberse cumplido el quinto aniversario del inicio de la guerra de Iraq el número de soldados de Estados Unidos muertos en el país ocupado ha superado la barrera psicológica de los cuatro mil. Ayer mismo se combatía fieramente en Basora, donde las milicias chiíes que desafían el poder de Bagdad se han hecho fuertes. Aunque los ciudadanos norteamericanos están más preocupados por el estado de la economía nacional, la presidencia de George Bush ya ha quedado indisolublemente unida a la aventura bélica de Iraq.
Ha sido un desastre sin paliativos. Su gestación dividió a la comunidad internacional y cuestionó el liderazgo de Estados Unidos al plantearse como una acción unilateralmente decidida y basada en premisas que el tiempo demostró falsas (la existencia de armas de destrucción masiva y la connivencia de Sadam con el terrorismo islamista, desmentidas por los hechos). En cuanto a sus pretendidos objetivos, ni ha golpeado al siniestro terrorismo internacional, ni ha pacificado Iraq con la restauración de la democracia ni ha estabilizado la zona de Oriente Próximo, que no ha dejado de ser el avispero conocido desde hace décadas. Salvo por la caída de un tirano, el mundo no ha mejorado tras la invasión decidida por Bush con el aval del pensamiento neoconservador que ha querido marcar una época histórica.
Ha sido, efectivamente, una guerra ilegal e injusta, en abierto desafío a la legalidad internacional, trasladada a la ONU como una patata caliente y que mediatiza a los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, cuya política exterior ha de contar, necesariamente, con el desgarro y la hipoteca que la contienda sigue vertiendo sobre la vida política norteamericana y, por tanto, sobre toda la política internacional. La mejora experimentada en el control de la violencia en Iraq en los últimos meses no es suficiente para alterar el diagnóstico acerca de un conflicto que continuará gravitando sobre el mundo durante mucho tiempo. Triste balance para una presidencia que se prometía más serena y fructífera que la de Clinton.

miércoles, 19 de marzo de 2008

“Para atraparlo, tiene que volver a ser él”

Fotografías color sepia, imágenes en la colonia de alguien. Un padre está montado con su hijo en un tiovivo. Suena un disparo. El padre resulta herido y el hijo muere. Seis años después, el policia de Los Angeles Sean Archer (John Travolta) aún no ha capturado a Castor Troy (Nicolas Cage), el asesino psicópata que mató a su hijo. Se le presenta otra oportunidad en un aeródromo privado. Castor y su hermano Pólux (Alessandro Nivolla) están apunto de despegar y Archer trata de detenerles.

Se produce un tiroteo en el que Pollux es detenido y Castor, que resulta herido, entra en estado de coma. Pero Archer todavía no se ha librado del funesto legado de Troy. Su hermano lleva encima un disco que contiene información sobre un gran atentado con bomba en Los Ángeles. Para sacarle la información Archer con la ayuda de la última tecnología médica, adquiere el rostro, la estatura y la voz del reo Troy. Conoce de sobra la historia de este, sus hazañas y sus cómplices, ya que lleva años persiguiéndolo.

Para sacarle la información, Archer ingresa en la cárcel de alta seguridad en la que se encuentra Pollux. La misión es secreta, por lo que ni el jefe de Archer ni su mujer saben nada al respecto. Cuando quiera, siguiendo la misma técnica, puede recuperar su propio cuerpo. Pero, súbitamente, esta vía de escape se bloquea. Troy sale del coma y aparece en la cárcel, con el aspecto de Archer. Le han puesto el rostro del policía y ha disparado a los científicos y a las personas que presenciaron el “cambio”. El verdadero Archer logra escapar de la cárcel y tiene que arreglárselas como un forajido, mientras que Troy vive en su casa con su mujer y su hija.

El paralelismo entre cazador y cazado es un viejo tema: el policía debe tener empatía con el criminal para anticiparse a sus movimientos. El director de Cara a cara (John Woo), le da otro enfoque al tema principal cuando convierte al policía en el criminal.

Dos películas dieron un nuevo impulso al cine de acción de Hollywood en la década de los 90: Speed (1994) y Cara a cara. La primera es una muestra del movimiento puro, mientras que Cara a cara (pese a sus magníficas escenas de acción) tiene un trasfondo oscuro y elegíaco, y un argumento mucho más complejo

Talvez la idea del cambio de identidad parezca inverosímil, pero le ofrece al director muchas oportunidades de jugar con el tema del cazador cazado.

Con lo fácil que es

"Cronolánea" es el resultado de un trabajo bien hecho.Un álbum que no supone un giro radical ni nada parecido, sino la cristalización del estilo Lori Meyers , un escalón más que empezaron en Loja (Granada), hace ya algunos años, Sergio, Alfredo, Alejandro y Noni. El disco ha sido mezclado en Nashville y Tennesse y masterizado en New York por Greg Calbi. El resultado, trece temas de melodías inolvidables e inoxidables.

http://es.youtube.com/watch?v=eeDjm68de9Y

Noticias del frente

Piti Elvira fundó Standstill hace diez años junto a sus amigos Enric Montefusco y Ricky Lavado. Desde entonces, el grupo no ha hecho más que crecer, conquistando a un público cada vez más numeroso y entregando discos cada vez mejores. "Vivalaguerra" es el último. Un trabajo arriesgado y por momentos, deslumbrante, en el que ocupan un espacio aún vacante en el rock español.

http://es.youtube.com/watch?v=SyHp2HgMe3I

lunes, 10 de marzo de 2008

Paseando por el Zoco


Pasear por el zoco de Tetuán es adentrarse en un submundo laberintico. Calles estrechísimas, puestos y olores en cada esquina.

domingo, 9 de marzo de 2008

Assilah, sabor a océano

A unos pocos kilómetros de Tánger, encontramos un pueblecito lleno de encanto, en el que sus calles, su luz y su cielo se funden en el océano atlántico.

Chef Chaouen, donde el tiempo no cesa



Chaouen está situado en lo alto de las montañas, tras una hora y media en coche, la ciudad marroquí se nos presenta como un lugar único para perderte por sus empinadas calles, pensar y como no, fumar...




Marruecos, el paraiso olvidado

Imagina un país azul al borde del mar, donde el océano se pierde entre piedras blancas y rocosas costas. Yo, tuve la oportunidad de visitarlo hace una semana, ahora os acerco en fotografías la belleza de este colorido país. Bienvenidos a Marruecos...


Tetuán, ciudad situada al norte del país, y campamento base de mi viaje. Fabulosos desayunos y caos relativo

martes, 4 de marzo de 2008

"Pienso, siento,sufro"

Ser famoso y deseado. Estar dentro de otra persona, ver lo que ésta ve, sentir lo que siente. Ser una estrella, disfrutar de sus privilegios y de su éxito y, aun así, permanecer en el anonimato: el argumento perfecto de un cuento de hadas, una obra de teatro o una película. Despejen el escenario y arriba el telón, por que la obra se llama Cómo se John Malkovich.

El esforzado titiritero Draig Schwartz (John Cusack) podría obtener más público y éxito económico por su virtuoso teatro de marionetas. La solitaria Danza de la desesperación” de su héroe de madera, reflejo del estado mental de Craig, se ejecuta con asombrosa perfección e intensidad, pero el público prefiere un espectáculo más grande. Para introducirte en la tele y hacerte famoso necesitas marionetas gigantes, del tipo que deberías manipular desde un puente. Éste es el punto de partida de la extraña comedia del novato Spike Jonze. El frustrado Craig se ve obligado a trabajar de administrativo para la Lester Corporation, donde conoce y se enamora de la tentadora Maxine. Ella, por su parte, está más interesada en la esposa de Craig, Lotte (Cameron Díaz).

El vehículo de las preocupaciones egocéntricas de los tres es John Malkovich, que se interpreta a sí mísmo. Este truco permite una historia paralela sobre la identidad de los actores y los problemas que tienen para dotar de expresión, de un rostro y un cuerpo a incontables personajes distintos sin perderse en el proceso.

La historia principal está dedicada a la idea kafkiana de que, cruzando una puerta del tamaño de un duende abierta en la pared de la planta siete y media de un edificio de oficinas, es posible entrar en la cabeza de John Malkovich y participar de su vida. Basada en esta inusual y fascinante idea, Cómo ser John Malkovich se convierte en un rónico retrato de de la teoría de que sólo nos vemos a través de los ojos de los demás. Y entonces nace un retorcido cuadrángulo amoroso. John Cusack y Cameron Díaz son la joven pareja cuya relación se enfría después del descubrimiento de Craig. Al principio se alternan para escabullirse por el oscuro pasillo tras la pequeña puerta que conduce a al cráneo de John Malkovich. Craig es seducido por Maxine. Maxine le ha echado el ojo a Lotte, a quien por su parte, no parecen disgustarle los acercamientos de Maxine.

Gracias a su sentido de los negocios, el agujero en la pared que lleva hasta el cerebro de Malkovich se convierte en una fuente de ingresos y el pasaje secreto pasa a ser una atracción para todo el que quiera pagar dinero por ser un personaje famoso para variar, aunque sólo sea durante quince minutos.

lunes, 3 de marzo de 2008

Sarko se va a la jungla


Monsieur le président está dispuesto a internarse en la selva para liberar a Ingrid Betancourt de manos de las FARC. La gran esperanza de la derecha moderna, el sueño de un conservadurismo con glamour, está listo para encaramarse a las lianas y cruzar Colombia entera para cacarear de nuevo como el arrogante gallo francés liberador de azafatas, omnipotente azote de etarras, macho dominante en la gorilera de los líderes europeos -de haber nacido en los montes de Uganda, Dan Fossey se hubiera perdido con él para siempre en la niebla-; todo con tal de dejar atrás estas horas bajas que le colocan como el presidente de la Quinta República de más rápido desplome.

Tantas esperanzas puestas en su exigua estatura; su carisma, su desparpajo populista, su falta de complejos -de verdad, no como el "sin complejos" del acomplejado Aznar- y su atractivo concentrado en poco espacio, relevo estético para la droite frente al perfil mussoliniano de Berlusconi y la melena atusada que tan mal le sienta a Aznar, pero el nuevo De Gaulle se enfría como una ratatouille pasada, víctima de su arrogancia y su irremediable vanidad.

Sarko se va a la selva; deja Europa, donde ya ni funciona su pareja con la Merkel -van dos cumbres suspendidas- y su otra pareja, la del couché, ya sólo provoca envidias fuera de Francia, los suyos no acaban de ver en él a Napoleón coronando a Josefina. Ella acompañará a la selva a su Tarzán para, encaramados en un árbol como Weissmuller y O'Sullivan, recitarse aquello de "yo Sarko, tú Bruni", y como su hijo Jean le ha salido actor, podrá encarnar a Boy a la perfección. En este rescate selvático ni que decir tiene que el papel de Chita se lo ha ganado con merecimiento Hugo Chávez amenazando declarar la guerra al vecino colombiano.

Y eso que ya andábamos buscándole a Gallardón una novia entre el famoseo -o un novio, que si llega el batacazo de Rajoy, el sucesor necesitará mucha modernidad para marcar distancias-. Pero el modelo francés se va a pique. Mientras la flamante primera dama se baja del Lancia para dedicarse a las labores humanitarias y se fotografía con Mandela para ingresar en la cofradía de los benefactores chic junto a la difunta Lady Di y Bono de U2, su maridito desciende de paladín de Europa a fugaz estrella de Youtube y los politonos con su "pírate, pobre gilipollas" -como ocurrió con el ya archifamoso "por qué no te callas".

viernes, 22 de febrero de 2008

“¿Y los motivos? No hay motivos, ¿quién necesita motivos si tiene heroína?”

Dos jóvenes corren por las calles con la policía en los talones. El protagonista se debate en voz en off acerca de las consecuencias de aceptar una vida “normal” y llega a la conclusión de que la heroína es una vía de escape a las convenciones y banalidades. Traninpotting, de David Boyle es una de las películas de mayor y más rápido movimiento de los noventa. Al ritmo de la canción de Iggy Pop Lust for life, el director presenta las vidas de un grupo de jóvenes. Mark Renton (Ewen Mcagregor), Sick Boy (Jonny Lee Millar), Spud (Ewen Bremmer) y Alison (Susan Vidler) y Dawn, el bebé que este tiene con uno de los tres, viven juntos en un asqueroso cuchitril de un barrio miserable de Edimburgo. Lo que más les une es su adicción a las drogas, y sus vidad giran únicamente en torno al modo más rápido de poder obtenerlas, a ser posible sin tener que trabajar por ello.

De vez en cuando prácticamente todos intentan dejarlo y empezar una vida normal. Sus otras aficiones no divergen mucho de las de otros jóvenes: fútbol, bares y sexo. Sick Boy es un admirador de James Bond que habla todo el tiempo de Ursula Andrés, a la que considera mejor chica Bond. Robert Carlyle brilla en su papel de del típico temible psicópata y Mcgregor aparece en el que hasta ahora es sin duda su mejor papel.

La película es muy divertida. En sus mejores momentos Trainspotting recuerda a los largometrajes británicos sobre el Londres de los alocados años sesenta, donde la realidad social se aderezaba con una buena dosis de surrealismo. Renton, por ejemplo bucea en el lavabo en busca de sus drogas y las encuentra en el fondo del mar. En lugar de dar lecciones de moral sobre el peligro de tomar estupefacientes, se nos muestran imágenes del placer de tomarlos, así como el precio que hay que pagar por ello.

jueves, 21 de febrero de 2008

En la inmensidad del espacio


Una muy mala noticia. Leo en El País que "científicos estadounidenses aseguran que entre el 20 y el 60 por ciento de las estrellas similares al Sol de nuestra galaxia cuentan en sus órbitas con planetas rocosos capaces de albergar vida". O sea, montones de astros muy parecidos a La Tierra. Eso es lo que me ha puesto los pelos de punta. Si son semejantes a nuestro planeta, la vida inteligente que pueda haber allí será, por pura lógica marciana, igual a la que aquí escasea.

No me habría alarmado si hubiesen dicho que han encontrado enanitos verdes con orejas en forma de trompeta y ojos de rana. O gigantes velludos al modo de Chebwaka, ¿pero más humanos? No gracias. Me imagino repetidos ad nauseam los despropósitos que ocurren en este mundo causados por la mano del hombre y me echo a temblar. Guerras, hambrunas… ¡Eurovisión! ¿Cabe en cabeza humana pensar siquiera que a millones de años luz hay un planeta en el que cinco millones de personas se sientan ante un aparato llamado televisor y se regocijan contemplando un programa de entretenimiento llamado Escenas de matrimonio? Es grotesco ¿verdad? Pues eso es lo que sucedería si fuese cierto lo que afirman haber descubierto los astrónomos de la universidad de Arizona. Porque no nos engañemos, en La Tierra todo iba bien hasta el sexto día de la Creación. Las montañas y los mares, las libélulas y los Tiranosaurus Rex, las nubes y los vientos, los ornitorrincos y los celacantos. Criaturas y hábitat en armonía cósmica. Luego vino el hombre y lo primero que hizo, después de dejar de andar a cuatro patas, fue fabricarse un hacha de sílex. Para cortar por lo sano.

Por eso temo que los telescopios Hubble y Spitzer afinen un poco más su campo de visión y certifiquen lo que ahora sólo es una elucubración aberrante: si hay astros parecidos a La Tierra, habrá masas continentales semejantes a Eurasia que a su vez contengan penínsulas similares a la ibérica; con una nación -o lo que sea- llamada España. Admitámoslo: que exista un clon de nuestro país en los confines de la Vía Láctea sólo puede provocar congoja. No porque esos españoles allende las galaxias disfruten como nosotros de la lectura compulsiva del Hola y de las canciones de Camela. No. Lo digo porque si esa hipótesis es cierta, en la España sideral, esa que está más allá del cinturón de Kuiper, en este preciso instante estarán inmersos en una fatigosa campaña electoral. Y también ellos, los españoles extraterrestres, aplaudirán a candidatos que prometen cosas tan absolutamente creíbles como plantar 500 millones de árboles o superar a Francia en renta per cápita de aquí a cinco años. Así, sin despeinarse. "¡Houston, tenemos un problema!"

"Los muertos solo saben una cosa, es mejor estar vivo"


En el inicio de la película bélica de Sanley Kubrick La chaqueta metálica, vemos los rostros de varios jóvenes a los que les están afeitando la cabeza. Estos jóvenes son reclutas del ejército y éste es el primer día que pasan en un campamento militar, donde se entrenan para servir (o sobrevivir) en Vietnam, su destino. El responsable del campamento es el sargento Hartman (R. Lee Ermey), quien, con un continuo torrente de insultos y crueles humillaciones, les destroza la personalidad, borra sus identidades y los transforma en máquinas bélicas sin voluntad propia.

Uno de los soldados el recluta Bufón (Matthew Modine), el narrador de la película. Hartman le asigna la tarea de de vigilar a un soldado gordinflón y poco espabilado, al que llaman Patoso ( Vincent D’Onofrio). Pero se hace evidente que el protegido de Bufón no tiene lo que ha que tener. Tras descubrir su único talento, su buena puntería, a Patoso se le va el gerol. En un enfrentamiento sangriento, mata al sargento de instrucción Hartman, antes de volarse la tapa de los sesos en el cuarto de baño.

Corte, Bufón ha acabado la instrucción y ha llegado a Vietnam. Ahora es sargento, corresponsal de un periódico militar y contribuye a mantener alta la moral de las tropas escribiendo crónicas muy manipuladas. Junto a un fotógrafo, acompaña a una unidad con experiencia al frente. En una batalla a vida o muerte en la ciudad en ruinas de Hue, Bufón tiene que admitir que no todos los “amarillos” guardan en su interior a un buen americano.

Dos enfrentamientos dos actos, dos pelis: La chaqueta metálica da la impresión de ser una película de episodios rodada por dos directores y con el mismo reparto. El realismo violento de las escenas de instrucción del comienzo contrastan con el ambiente casi artificial del frente; y mientras el caos mental reina tras el orden despiadado impuesto por la primera mitad, el caos de la guerra de Vietnam de la segunda parte revela el orden al que tanto soldados como civiles deben someterse.

Toro Salvaje


A principios de los años cuarenta, Jake La Motta (Robert de Niro) es uno de los mejores boxeadores de peso medio del mundo. Es “el toro del Bronx”, famoso por sus cualidades casi inhumanas de para golpes y temido por sus ataques imprevisibles. No es, en absoluto un estilista, un golpeador brutal, cuya fuerza concuerda con una agresividad muy arraigada que no puede reprimir ni fuera del ring. Algo que sobre todo nota la esposa de Jake, perotambién su hermano y apoderado Joel (Joe Pesci). Incluso ante los mafiosos de Litle Italy, Jake se comporta con poca diplomacia y, por eso, durante mucho tiempo se le impide un gran combate pr el título. El boxeadod encuentra a Vicky (Cathy Moriarty), una belleza rubia que, aunque sólo tiene quince años, ya se codea con los gánsteres de Hell´s Kitchen. Jake se divorcia y se casa con ella. Pero ni aún así se calma. Al contrario. Aterroriza a su entorno con sus ataques de celos, cada vez más furiosos. Asi es que el ocaso de Jake se anuncia ya cuando, en 1949, por fin le permiten combatir por el título de campeón.

La adaptación cinematográfica de la autobiografía de Jake La Motta fue durante años un proyecto acariciado por Robert De Niro. Ya durante el rodaje de Alicia ya no vive aquí (1974), intentó entusiasmar a Scorsese con el proyecto. Sin éxito en aquella época, De Niro no dejó su empeño. Y después del fracaso que supuso New York, New York (1977), Scorsese aceptó de muy buena gana un guión que años antes había rechazado. Esta vez, el cineasta neuyorkino descubrió la posibilidad de de plasmar algunas experiencias propias. Así, pues, la película no narra tanto la carrera de un boxeador como la historia de un hombre que sufre su existencia, que se arruina a sí mismo y que procede del ambiente de inmigrantes italianos que Scorsese tan bien conocía de su propia infancia.

Para De Niro, Toro Salvaje, significó el gran desafío de su carrera. En el papel de Jake La Motta, sondea a fondo los límites de la interpretación: Para poder interpretar de una manera creíble las escenas de los combates, se entrenó durante meses ( en parte recibió instrucciones personales de La Motta), e incluso disputó algunos combates. Pero lo que se convirtió en leyenda fue que De Niro engordó más de 25 kilos para encarnar a un La Motta envejecido, que actuaba por los clubes nocturnos haciendo de animador gordo destronado.

El mosnstruo que tenía Corazón

“La vida es una continua sorpresa. Señoras y señores, consideren el destino de la pobre madre de esta criatura, atacada en el cuarto mes de gestación por un elefante, un elefante salvaje. El resultado es fácil de ver damas y caballeros: ¡El TERRIBLE HOMBRE ELEFANTE!”

En una feria de monstruosidades en Londres ante un público al que le cae la baba se presenta a un joven deforme (John Hurt). El cirujano Frederick Treves (Anthony Hopkins) lo encuentra allí lo examina, se lo lleva con él y, detrás de la fachada del ser receloso y angustiado, descubre a una persona sensible que sabe hablar y pensar, que ama la conversación y la literatura, y que con su mano izquierda intacta crea obras de arte de papel.

El hombre elefante se basa en una historia real, la de Joseph Carey Merrick, nacido en Leicester en 1862, que sufría neurofibramatosis múltiple, una enfermedad en la que la piel se ve afectada por excrecencias ( que asco!!). En 1884, Frederick Treves lo descubrió en la feria . En 1923, el médico publicó sus memorias que, junto con el libro The Elephant Man, sirvieron de pauta para la peli.

El director, David Lynch, muestra a este ser deforme con gran delicadeza. En los primeros 30 minutos del metraje no se ve la cara de Merrick, sólo las reacciones de la gente ante él. Cuando por fin se le ve, ya se le conoce como persona y nadie se espanta. Por supuesto el martirio del deforme no se acaba cuando Treves se lo lleva de la feria y lo interna en un hospital. Tiene que seguir dejándose observar por gente con la boca abierta: los científicos de la sociedad patológica, que lo consideran un objeto de investigación, los miembros de la elite londinense, que en un momento dado encuentran chic tomar té con él, y prostitutas y borrachos a los que deja entrar el vigilante nocturno del hospital para que puedan asombrarse viendo a Merrick.

Dejando a un lado las secuencias visionaririas del principio y del final asi como la pesadilla centra, la película está narrada de un modo naturalista y recrea el Londres de de la década de 1880 en imágenes de gran efecto. Mención especial al director de fotografía Freddie Francis y a los encargados de vestuario y decorados (todos candidatos a los oscars).

No lo piensen más queridos lectores, pasen y vean esta fantástica cinta del siempre ocurrente David Lynch.

martes, 5 de febrero de 2008

Un personaje en busca de autor


Escribo estas líneas después de ver una peli que me ha sorprendido de manera muy grata y que os recomiendo fervientemente. Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien viendo una peli. Os hablo de Más extraño que la ficción (Stranger than fiction). Una cinta del siempre sugerente director norteamericano Marc Foster, que después de éxitos como Descubrendo nunca jamás y Monster´s Ball, nos sorprende con un metraje lleno de ironía, tragedia y sobre todo ficción.

La peli narra la historia de Harold Creek (Will Ferrell) un desangelado inspector de hacienda que tiene una vida pesada y monótona, y que vive obsesonado con el orden, las matemáticas y su reloj. Pero todo cambia el día en el que Harold se da cuenta de que su vida no es más que un personaje dentro de una tragedia que escribe una autora un tanto chiflada, (Emma Thomson). A partir de ese momento, su protagonista vivirá una serie de situaciones subrrealistas que merece que veais. No quiero contaros mucho más porque os podría fastidiar la peli.

Sólo mencionar el fantástico trabajo de todos los actores: Will Ferrell : Todo un descubrimiento como actor dramático, Una maravillosa Emma Thomson (como siempre), y un sobresaliente Dustin Hoffman (the best). Además, señalar a la guapísima Maggie Gyllenhaal, que ya apuntas muy buenas maneras.

Un film que os gustará si disfrutasteis de pelis como Adaptation, Cómo ser John Malkovic? y el Show de Thruman. Y que recuerda y mucho a obras literarias tan importantes como Niebla, del bilbaino Unamuno y Seis personajes en busca de autor de Pirandello.

viernes, 1 de febrero de 2008

Un pasota con mucho estilo


“Quiero hablarles de un tipo que vivía allá en el oeste. Un tipo llamado Jeff Lebowski (…). Este Lebowski se hacia llamar “El Nota”, así, “El Nota”, en mi pueblo nadie se pondría semejante nombre".
Así comienza el narrador de El gran Lebowski a introducirnos en esta brillante comedia detectivesca con ese sarcasmo que les caracteriza a los Coen.
El gran Lebowski, es una de las películas más destacadas de los hermanos Coen (Ethan y Joel). Lo cierto es que es difícil decidirse por una de sus películas, porque cada una de ellas tiene algo especial, sobre todos sus personajes, que, según han contado, están basados en personas reales que ellos conocen.

El argumento de la peli es sencillo, el ’nota’ es un hombre fracasado y en paro que un día es confundido con otra persona con su mismo nombre. Dos matones irrumpen en su apartamento y destrozan su alfombra creyendo que están ante el Gran Lebowski, un millonario de Pasadena. El primer error de el ’nota’ es visitar a su opulento tocayo con la esperanza de que le reponga su vieja alfombra. A partir de ese momento él y su amigo Walter se meterán en un lío que incluye la extorsión, una niña rica secuestrada y un buen montón de dinero tras el cual va todo el mundo. En esta dirección podeis disfrutar del magnifico trailer de esta obra maestra de los siempre sugerentes hermanos Coen.
http://es.youtube.com/watch?v=r_GCRFRcWxA

El chico de la motocicleta


La ley de la calle es considerada por muchos como una peli maldita, para algunos una joya y para otros detestable. Pero nunca deja indiferente. Personalmente, me parece el mejor trabajo de Francis Ford Coppola.
Por su blanco y negro radical como el rock, arrastrado y melancólico como el blues. Por la figura del chico de la moto que, como todos los mitos, es reverenciado en la distancia pero incómodo e incomprensible cuando regresa a su barrio. Como dice de él el negro con quien juega al billar, es como un príncipe en el exilio de un reino que no es de este mundo.
Porque aquí, cuando aún no era conocido ni todavía se le había olvidado, Mickey Rourke hechiza como jamás volvió a hacerlo. Y la vida, para su personaje, es “un televisor en blanco y negro con el volumen bajito”. Y el único color son los peces en el acuario de la pajarería, luchando siempre contra su reflejo en las paredes de cristal de su acuario (así es el título original: Rumble fish, lucha de peces).
Por el aire legendario de un simple barrio cutre, encarnando el verso de Jim Morrison en la canción de los Doors: “las calles son campos inmortales”. Una desolada atmósfera en la que todos buscan el sentido de algo, al menos de alguna cosa, sin atreverse a buscárselo directamente a la vida. Ese baile de una chica yonky, dejando salir tímidamente una sensualidad rota… Ese vagar sin rumbo por las calles oscurecidas por sus propios pasos… Una interrogación prolongada a lo largo de toda la historia, que no espera respuesta aunque necesita seguir buscándola.
Por un magistral Dennis Hooper, como siempre, dando vida a un personaje secundario intenso, frágil, entrañable, cobarde, abandonado, padre borracho peculiar que menciona a sus hijos los dioses griegos.

También aparecen unos desconocidos Nicolas Cage y Matt Dillon. El primero en un pequeño papel de traidor a ras del suelo, gris y deslucido. Lo hace genial. El segundo de protagonista, un adolescente de tristeza y confusión conmovedoras. Y el inefable Tom Waits, ese músico inclasificable, en un papelito de un par de minutos de camarero.
Por sus sombras tan, tan negras. Sus calles sin salida y su pegajosa condena de gigantesco acuario. Porque Coppola da una vuelta de tuerca y nos muestra qué rara y marciana es, en realidad, la vida cotidiana en las calles. Por su final en el mar. Por diálogos como este: “¿y viste el mar?”, “no sé, California me lo tapó”.

jueves, 31 de enero de 2008

La paz sea con vosotros


El Gran Silencio, documental dirigido por el alemán Phillip Grönig (Dusseldorf 1959) es un viaje espiritual, en el que el director acerca su cámara al día a día dentro del Grande Chartreuse, el monasterio de referencia en los Alpes franceses de la orden de los cartujos.
En 1984, Gröning pidió permiso a la Orden de los Cartujos para poder rodar en su monasterio. Le dijeron que era demasiado pronto, quizás más tarde. Dieciséis años después recibió una llamada, había llegado la hora. Los preparativos llevaron dos años, el rodaje uno y la postproducción dos más. Han transcurrido veintiún años hasta su completa finalización.
La cinta carece de iluminación artificial, de trama, de música excepto los cantos de los monjes, no hay entrevistas, es vida en estado puro. Gröning nos muestra el día a día de unos hombres que entregaron su vida a Dios por medio de la contemplación. No hay que ser un creyente, ni conocer la religión para llenarse de emoción viendo esta película, una emoción fortísima que queda reflejada en los maravillosos planos paisajísticos, en los primerísimos planos de los monjes, en sus labores, cantos etc.
Es esta una película experimental, desnuda, austera, donde el sonido cobra una importancia vital. Cualquier ruido suena en la sala como algo estremecedor, el crujir de una madera, los pasos de un monje. Gröning comenzó como técnico de sonido para diferentes cineastas, de hay su obsesión por el silencio. Su carrera como director comienza a principios de los años ochenta, con varios cortometrajes. Hasta el momento sólo había hecho películas de ficción; el gran silencio es su primer documental.
Otra de las grandezas del gran silencio es que no hay actores ni puesta en escena, Gröning convivió con ellos durante cuatro meses, entre la primavera y el verano de 2002, una estancia que luego amplió con tres semanas de otoño y tres días de diciembre. De esta manera se entiende que los protagonistas estén ajenos a la cámara, no dirigí nada, solo rodé lo que observaba y observando el trabajo realizado da la sensación deque Gröning se inspiró en los cuadros de Ribera o de Zurbarán para componer unos planos interiores de inmensa belleza en el que el claroscuro, como en el barroco español cobra gran relevancia.
En un momento en el que las superproducciones acaparan la mayoría de las salas de cine, llega una película de reflexión, cercana a la meditación en la que el espectador tiene la sensación de convivir con los monjes, de estar con ellos. A lo largo de las dos horas y tres cuartos que dura el metraje, la sala se convierte en un convento por el que el tiempo pasa a ritmo pausado, sin incidencias, en el que el único momento de acción de la película es un monje cortando troncos de madera para hacer leña.
El excesivo hieratismo de sus protagonistas y la vida sosegada y tranquila de estos, conducen en ocasiones al espectador a viajes mentales y paraísos perdidos que intentan alejarlo de las montañas francesas. No obstante el director consigue no forzar la situación con la belleza de una fotografía y un sonido muy logrados.

miércoles, 30 de enero de 2008

Into the wild


Por fín se estrenó en España la esperadísima Into the wild, cuarto film como realizador del talentoso Sean Penn. Una película que narra el viaje del joven e idealista Cristofher McCandless (Emilie Hirsch) en busca de la verdadera libertad.
A lo largo de los 140 minutos de metraje la cinta transporta al espectador a los parajes más insólitos y recondidos de los Estados Unidos, desde Virginia hasta el Golfo de México. En este viaje en busca de la felicidad, Cristofher, se irá encontrando con una serie de situaciones inesperadas que pondrán a prueba su valor, sus fuerzas y su fe. Destaco, los extravagantes personajes con los que "Alexander Supertramp" (así gusta llamarse en su viaje ) se encuentra en su largo deambular por tierras americanas. Este eje argumental recuerda mucho a Straight Story ( Una historia verdadera), obra maestra de David Lynch y que al igual que en esta, narra la historia de un viaje apoyado en pequeñas historias que el protagonista va encontrando.


Los elementos técnicos como fotografía y montaje son excelentes, Penn sabe mostrar con gran audacia la otra cara de una sociedad a la que estamos acostumbrados a ver con otros ojos. Los numerosos planos que realiza de plantas, paisajes, animales y montañas, van introduciendo poco a poco al público en el exhuverante viaje de Cristopher. Por otro lado el montaje muestra en forma de flashbak la evolución del personaje a lo largo de su trayecto. Pero sin duda la música es el fuerte de esta película, compuesta e interpretada en su totalidad por el genial Eddie Vedder (Pearl Jam) le aporta esa chispa de sentimiento y calidad que en ocasiones pierde la cinta debido a su larga duración.
Pero no todos son alagos, la verdad esque una vez que sales del cine tienes la sensación de tener un batiburrillo de ideas patrioticas y religiosas que restan credibilidad al guión, ( algo bastante raro en Penn, actor muy dado a mostrar en público lo reivindicativo y liberal que es). Sin ánimo de desmerecer su trabajo, la película peca en bastantes ocasiones de ser un poco moralista, con escenas y diálogos un tanto absurdos.