miércoles, 19 de marzo de 2008

“Para atraparlo, tiene que volver a ser él”

Fotografías color sepia, imágenes en la colonia de alguien. Un padre está montado con su hijo en un tiovivo. Suena un disparo. El padre resulta herido y el hijo muere. Seis años después, el policia de Los Angeles Sean Archer (John Travolta) aún no ha capturado a Castor Troy (Nicolas Cage), el asesino psicópata que mató a su hijo. Se le presenta otra oportunidad en un aeródromo privado. Castor y su hermano Pólux (Alessandro Nivolla) están apunto de despegar y Archer trata de detenerles.

Se produce un tiroteo en el que Pollux es detenido y Castor, que resulta herido, entra en estado de coma. Pero Archer todavía no se ha librado del funesto legado de Troy. Su hermano lleva encima un disco que contiene información sobre un gran atentado con bomba en Los Ángeles. Para sacarle la información Archer con la ayuda de la última tecnología médica, adquiere el rostro, la estatura y la voz del reo Troy. Conoce de sobra la historia de este, sus hazañas y sus cómplices, ya que lleva años persiguiéndolo.

Para sacarle la información, Archer ingresa en la cárcel de alta seguridad en la que se encuentra Pollux. La misión es secreta, por lo que ni el jefe de Archer ni su mujer saben nada al respecto. Cuando quiera, siguiendo la misma técnica, puede recuperar su propio cuerpo. Pero, súbitamente, esta vía de escape se bloquea. Troy sale del coma y aparece en la cárcel, con el aspecto de Archer. Le han puesto el rostro del policía y ha disparado a los científicos y a las personas que presenciaron el “cambio”. El verdadero Archer logra escapar de la cárcel y tiene que arreglárselas como un forajido, mientras que Troy vive en su casa con su mujer y su hija.

El paralelismo entre cazador y cazado es un viejo tema: el policía debe tener empatía con el criminal para anticiparse a sus movimientos. El director de Cara a cara (John Woo), le da otro enfoque al tema principal cuando convierte al policía en el criminal.

Dos películas dieron un nuevo impulso al cine de acción de Hollywood en la década de los 90: Speed (1994) y Cara a cara. La primera es una muestra del movimiento puro, mientras que Cara a cara (pese a sus magníficas escenas de acción) tiene un trasfondo oscuro y elegíaco, y un argumento mucho más complejo

Talvez la idea del cambio de identidad parezca inverosímil, pero le ofrece al director muchas oportunidades de jugar con el tema del cazador cazado.

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