viernes, 22 de febrero de 2008

“¿Y los motivos? No hay motivos, ¿quién necesita motivos si tiene heroína?”

Dos jóvenes corren por las calles con la policía en los talones. El protagonista se debate en voz en off acerca de las consecuencias de aceptar una vida “normal” y llega a la conclusión de que la heroína es una vía de escape a las convenciones y banalidades. Traninpotting, de David Boyle es una de las películas de mayor y más rápido movimiento de los noventa. Al ritmo de la canción de Iggy Pop Lust for life, el director presenta las vidas de un grupo de jóvenes. Mark Renton (Ewen Mcagregor), Sick Boy (Jonny Lee Millar), Spud (Ewen Bremmer) y Alison (Susan Vidler) y Dawn, el bebé que este tiene con uno de los tres, viven juntos en un asqueroso cuchitril de un barrio miserable de Edimburgo. Lo que más les une es su adicción a las drogas, y sus vidad giran únicamente en torno al modo más rápido de poder obtenerlas, a ser posible sin tener que trabajar por ello.

De vez en cuando prácticamente todos intentan dejarlo y empezar una vida normal. Sus otras aficiones no divergen mucho de las de otros jóvenes: fútbol, bares y sexo. Sick Boy es un admirador de James Bond que habla todo el tiempo de Ursula Andrés, a la que considera mejor chica Bond. Robert Carlyle brilla en su papel de del típico temible psicópata y Mcgregor aparece en el que hasta ahora es sin duda su mejor papel.

La película es muy divertida. En sus mejores momentos Trainspotting recuerda a los largometrajes británicos sobre el Londres de los alocados años sesenta, donde la realidad social se aderezaba con una buena dosis de surrealismo. Renton, por ejemplo bucea en el lavabo en busca de sus drogas y las encuentra en el fondo del mar. En lugar de dar lecciones de moral sobre el peligro de tomar estupefacientes, se nos muestran imágenes del placer de tomarlos, así como el precio que hay que pagar por ello.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me gusta muchisimo esta pelicula, la vi hace años y me impacto, estas imagenes crudas y brillantes a la vez, desde la naranja mecanica a la ciudad de dios.

saludos juan, me gusta lo que escribes.

Gonzalo Fuentes dijo...

Ahí le has dado Juanan, estoy de acuerdo contigo en q la esencia de la cinta es narrar lo más objetivamente posible los efectos y consecuencias de la heroína, sin caer en el sensacionalismo barato ni el melodrama de sobremesa. Muy guapa la selección fílmica hasta ahora.
Por cierto, ya estás tardando en escribir sobre esa gran película (la segunda vez que la vi me fascinó) que es Old Boy.

Juanan dijo...

Te tomo la palabra Gonzo, en breve escribiré algo sobre Old Boy...