jueves, 21 de febrero de 2008

El mosnstruo que tenía Corazón

“La vida es una continua sorpresa. Señoras y señores, consideren el destino de la pobre madre de esta criatura, atacada en el cuarto mes de gestación por un elefante, un elefante salvaje. El resultado es fácil de ver damas y caballeros: ¡El TERRIBLE HOMBRE ELEFANTE!”

En una feria de monstruosidades en Londres ante un público al que le cae la baba se presenta a un joven deforme (John Hurt). El cirujano Frederick Treves (Anthony Hopkins) lo encuentra allí lo examina, se lo lleva con él y, detrás de la fachada del ser receloso y angustiado, descubre a una persona sensible que sabe hablar y pensar, que ama la conversación y la literatura, y que con su mano izquierda intacta crea obras de arte de papel.

El hombre elefante se basa en una historia real, la de Joseph Carey Merrick, nacido en Leicester en 1862, que sufría neurofibramatosis múltiple, una enfermedad en la que la piel se ve afectada por excrecencias ( que asco!!). En 1884, Frederick Treves lo descubrió en la feria . En 1923, el médico publicó sus memorias que, junto con el libro The Elephant Man, sirvieron de pauta para la peli.

El director, David Lynch, muestra a este ser deforme con gran delicadeza. En los primeros 30 minutos del metraje no se ve la cara de Merrick, sólo las reacciones de la gente ante él. Cuando por fin se le ve, ya se le conoce como persona y nadie se espanta. Por supuesto el martirio del deforme no se acaba cuando Treves se lo lleva de la feria y lo interna en un hospital. Tiene que seguir dejándose observar por gente con la boca abierta: los científicos de la sociedad patológica, que lo consideran un objeto de investigación, los miembros de la elite londinense, que en un momento dado encuentran chic tomar té con él, y prostitutas y borrachos a los que deja entrar el vigilante nocturno del hospital para que puedan asombrarse viendo a Merrick.

Dejando a un lado las secuencias visionaririas del principio y del final asi como la pesadilla centra, la película está narrada de un modo naturalista y recrea el Londres de de la década de 1880 en imágenes de gran efecto. Mención especial al director de fotografía Freddie Francis y a los encargados de vestuario y decorados (todos candidatos a los oscars).

No lo piensen más queridos lectores, pasen y vean esta fantástica cinta del siempre ocurrente David Lynch.

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